Artola (Astigarraga): Abril 05, 2023

Seguimos con las celebraciones del XXX Aniversario de las Kupelas Asesinas y la tradición de ir de sidrerías en Semana Santa, aka Semana de Pasión.

Asistentes: Josetxu, Edu y Nesss

Previo

Edu y Nesss van andando desde Hernani hasta el bar de la quedada en Martindegi mientras Josetxu viene en buses (Pesa-Avanza y el BU12 en lugar del BU13 recomendado). El bar, iluminado por fuera, resulta estar cerrado. Yendo hacia el otro bar cercano, entre pabellones, Edu se deprime e intenta entretenerse en los columpios con barras antivuelco mientras llega Josetxu. De ahí vamos andando, cuesta arriba y tirando fotos entre arf, arf y arf, arf, aprovechando que hay luz, está despejado, bonitas vistas a Oiarbide, y la puesta de sol está colorida, no habíamos subido de día. A Josetxu habría que haberle metido lingotes de plomo en la mochila, porque sube que da gusto, y luego la fama se la llevan otros. Nesss pregunta a Josetxu si había estado en Artola, y éste, tras ignorarle en primera instancia, niega tres veces haber estado más arriba de Oirbide (luego comprobaríamos que tiene que comer más pescado azul, pues ya estuvo en 2019 con nos). En la parte final del camino les adelanta un coche cuyos ocupantes luego seran protagonistas.

Sidrería

Dejando la cocina a la derecha y los baños a la izquierda, sala con mesas y kupelas de madera, de las que sólo hay tres abiertas (una de ella fabricada en Siero), si olvidamos la primera que sólo soltaba un chorrito de sidra no hecha. Al fondo a la derecha hay una chimenea con fuego encendido, que no recordamos que estuviera antes, una sala cerrada (donde vimos el partido del Athletic en 2013) y las dos únicas mesas puestas, al lado de la tronera del siglo XV: una para los dos del coche que nos adelantó y la otra para nosotros tres. Tras una zona de embotellar, ya en la calle, 2 kupelas metálicas abiertas, y numerosos despojos sidreriles. Tampoco recordamos los calefactores de las paredes.

De comer, tremendos chorizos a la sidra, de un tamaño que hace presagiar todo lo que vendrá después; empero no fue asi. Una tortilla de bakalao que no surimi, como comprobaron Nesss primero y Josetxu después, manifiestamente más pequeña que la que recordábamos de antaño para dos. Nos sorprenden con una cazuela de bakalao (tampoco era de surimi, como comprobó Edu 5 veces) con patatas en salsa, y una guindilla asignada al picador, que estaba bien buena. Luego un txuletón ya cortado (maaaaal muy mal!!!!), que la mitad era grasa (haría las delicias de Hilario) y que se enfrió muy rápido, sin contar que las tiras de carne había que limpiarlas de esquina una a una. Pedimos un segundo txuletón más pequeño, afortunadamente de otra pieza, sin apenas grasa, y expresamente pedido que saliera sin cortar; muchísimo mejor que el primero, y daba la sensación de que comimos de éste más carne que del primero, que era más grande. Apenas sobró nada, quizá estaba un poco demasiado hecho pero también se enfrió en poco tiempo. Otrosí, quedamos henchidos entre ambos txuletones. De postre, tres trozos de queso compartidos; sendas tejas y cigarros de Tolosa, un trozo de dulce de manzana, e incontables nueces que no acabamos. Edu propone hacer el combinado cigarrillo de Tolosa relleno de membrillo y queso pero el puto queso no entraba, lo que no impidió que Nesss profanara el membrillo. Al final nos ofrecieron café, lo cual para entonces ya ni nos sorprendió, pero lo declinamos. Total, 40 euros cada, cantados como la lotería nacional; ticket sin especificar lo incluido.

Al encontrarnos con el txotxero pregunta si Edu era Nesss y aquel responde que no, que era su hermano brother, lo cual hace sonreir a Nesss. Nos confirman que es tristemente habitual que la gente haga reservas y luego no cumpla; y es que cuando la hicimos preguntaron directamente que si íbamos a ir. Cuando preguntamos qué tal les iba la temporada de sidrería y agroturismo, nos dijeron que bien, aunque sólo estabamos 5 siendo mañana festivo. Los otros dos clientes son los del coche y habían dicho a los dueños que nos habían visto ir andando en el camino; nos preguntan que si habíamos aparcado en Astigarraga, y al decirles que veníamos caminando desde Hernani muestran una mezcla de admiración, respeto y hasta pena. Edu ayuda al txotxero a pesar en una romana un costillar, que acabó pesando 16,5kg, aunque no habia dios que viera las marcas en la jodida romana metálica.

Pocas kupelas abiertas y con sidra. Una de ellas, la del chorrito vertical, no se podía beber. Otra tiene un agujero que atraviesa la madera y la dueña acaba confesando que en verdad no tienen la sidra en kupelas de madera por el mantenimiento que supone, que son de metal por dentro, lo que no nos gusta en absoluto pero que parece una engañifa cada vez más habitual. Cada sidra tenía su sabor, pero para nada tan rica como en la anterior donde estuvimos, Eula. Los reflejos para poner el vaso en el sitio correcto al abrir los grifos volverían loco de ira al txotxero de entonces. Nos turnábamos en irlos abriendo. Afuera hay cajas de sidra, y entre eso, las vistas y la luna llena de Semana Santa, tiramos unas cuantas fotos con y sin flash, y siempre con bastante fresco.

Seguimos con el culebrón Mina. Nos dicen que lo han dejado del todo. Como les decimos que hay bares en Hernani donde siguen recibiendo y sirviendo botellas de sidra de Mina, nos plantean dos opciones. Una, que se trata de los sobrantes que les quedaron y que pueden aguantar un par de años. La segunda, que igual alguien ha comprado la marca Mina y la comercializa (como comprobaríamos al día siguiente, descubriendo que ahora la sidra Mina se hace en Urnieta, jarrrl...). Con la poca gente que estamos, nos cuentan la historia de esta sidrería y la pelea legal que hubo que superar para conseguir todos los permisos para abrirla así. Y eso que de toda la vida los vecinos les traían la manzana, aquí la prensaban, y luego les devolvían la sidra correspondiente. Edu se hace el remolón para ir al baño por su experiencia al respecto la primera vez que estuvimos. Josetxu primero y Nesss después tenemos que hacer nuestras cosillas respectivas para quitar a Edu dichos reparos.

Decidimos que es de las sidrerías más ruidosas que recordamos, a pesar de estar sólo 5 clientes. El mérito fue de los de la mesa de al lado, los del coche. Hablaban gritando, y siempre a la vez. Los dueños nos comentan que suelen ir todas las semanas y de hecho a ratos los cuatro se quedan departiendo junto a nosotros. Xabi nos roba el pan en un momento dado para dárselo a los chapas, pero en los postres Edu se toma justa venganza recuperando la cesta robada y dejando atónitos a los tres. En un momento dado, Edu, un poco cansado de que nos preguntaran si volveríamos andando, les responde que ellos también volverían andando porque les había rajado las ruedas del coche, lo que les deja secos del todo; al aclarar que lo decía en broma, uno se relaja pero el dueño de coche sigue tenso y con cara de pocos amigos. Al rato les vimos que tomaban café y incluso patxaran. Cuando pedimos la cuenta porque no aguantábamos más las voceras, nos insistieron numerosas veces que nos bajaban a Astigarraga pero declinamos la invitación, ya teníamos la cabeza bastante tocada por sus voces. Además, por su culpa (más bien por culpa de su coche), no fuimos los primeros en llegar ni los últimos en salir.

Epílogo

Bajamos andando por el camino contrario al que subimos y que era el que dijimos a los del coche que tomaríamos. Pero dio igual, al rato pasaron en coche, pararon, y reinsistieron que nos bajaban. Declinamos la oferta una vez más, ufff. La luna llena alumbra tan bien el camino que ni hace falta la linterna recargable de Nesss. Discutimos si este camino es más corto o no, o si nos deja más lejos o no que el otro, no habrá mucha diferencia, aunque la bajada rompegemelos resulta corta pero molesta, una vez más.

Tras subir al Kaxko en el ascensor, alguno hace pipí y algún otro, popó, en el baño público a la salida del ascensor. Josetxu y Nesss van de expedición a ver si hay algo con gente, música y ambiente. Tras asomarnos a varios bares con el camarero ansioso por servir a alguien, vamos al Goiz-Argi, donde acaba habiendo unas 5 personas más, ambientazo, así que tomamos un trago y decidimos irnos a casa. Saludos a Eli cuando bajaba la persiana de El Caserío, aspaldiko. Preparamos el camastro de Josetxu, y como Edu se ha ido a la francesa, nos retiramos sin recenar, que mucho hambre tampoco hay.